diumenge, 15 d’abril del 2018

MERCADOMÚSICA

Article publicat a la revista EL CIERVO - núm. 768 - març-abril 2018




CLÁSICA
JORDI MALUQUER

Mercadomúsica



Aunque ya lo cité con otro motivo, uno de los conciertos que han dejado nnernoria en mi vida fue el de Pierre Hantai en la iglesia de Megêve (Francia), dentro del festival de Cordon, colaborando con Marisa Martins en un recital en el que Inter pretaron la cantata Ariadna a Naxos de Franz Joseph Haydn. Un respeto eterno a ambos. Pierre Hantai, gran claveccinista, me ha sorprendido positivamente con unas declaraciones que recogió EcoDiario.es el 7 de agosto. Hace un resumen de la decadencia Interpretativa ocasionada por la moda que exponen editoras y medios de comunicación. Se lanza a los intérpretes como un producto, incluso el Conservatorio de París da clases de cómo vender sus .conciertos, Ser agraciado, cuidar el vestuario, los gestos, Cita que "algunas de las pianistas rivalizan cada vez más por mostrar un poco más de sus cuerpos". También se agrede el concepto de música antigua, que debe contemplarse como un valor cultural que hay que transmitir, y en cambio se adultera con interpretaciones que llegan a mezclar géneros, ponen un poco de percusión a Scarlatti, y a muchos intérpretes se les abren las puertas si rompen los códigos y se acercan a ja música pop o al jazz. El valor que daba Bach a la improvisación en los momentos previstos ha derivado a que se interprete con ritmo de jazz, "algo que se vende bien".
Yo percibo esos cambios en otros órdenes ya consolidados. Los grandes festivales populares se llenan de nombres que arrastran su fama del pasado y que con frecuencia no muestran su mejor momento. El que paga una entrada y no tiene una experiencia de oyente asiduo necesita tener asegurada su inversión y se la venden con los nonnbres famosos, Las grandes orquestas a veces van de gira con sus titulares, pero con frecuencia hacen actuaciones esporádicas llenas de una buena parte de músicos contratados para la ocasión. Otro concepto es  la frecuencia: si un director y su orquesta habitual tienen un repertorio medido, bien resuelto, pueden interpretarlo muchas veces con eficiencia si consiguen evitar la rutina.
Lo que no se entiende es que haya directores que llegan a dirigir trescientos conciertos al año con distintas formaciones con el delirio Insaciable de recibir aplausos y amasar fortunas. O que sean directores titulares de tres orquestas en tres continentes en un sobreesfuerzo de viajes y salas de espera en aeropuertos. Y tarnbién podríamos preguntarnos sobre el repertorio de las series populares: Cuántos Messias, Rêquiems de Mozart, Novenas, deben darse al año, cuando hay miles de Obras excelsas raramente interpretadas! La costumbre es tan fuerte que incluso las orquestas y coros que empiezan aspiran a su mayoría de edad interpretándolas también. Siempre lo mismo, y en ópera el 80 por ciento de las programaciones albergan los mismos cien títulos. Es la cultura de lo repetido, en contraste con la época del Barroco en que las

iglesias y las ciudades exigían siempre a sus maestros música nueva. Y en las óperas, hasta entrado el siglo xx, igual, se valoraba la novedad ya que siempre, aparte de nuevas melodías o situaciones dramáticas, había siempre una alusión a algún hecho de actualidad.
 
En cuanto a la crítica musical, está deslavazada, Entrar en la fe  musical de los grandes compositores es difícil y desde Napoleón —"la música es el menos desagradable de los ruidos"— los políticos, que no pueden centrarse en un concierto para seguir un hilo diferente al de sus preocupaciones, parecen compartirlo, concepto que también ha alcanzado a los directores de periódicos. Lo que a ellos no les interesa suponen que no debe interesar a nadie. No ayuda tampoco que los organizadores de eventos prefieran una información previa, que les ayuda a vender más, que una crítica posterior de la que puede venir algún palo, y por ello se va suprimiendo de manera alarmante, mientras se da amplia cobertura a espectáculos más banales, La prensa de papel sigue descendiendo, con el temor que resistan pocos diarios a no ser que sobrevivan también los financiados por otros recursos que no sean la publicidad y la venta. A nadie se le ocurre hacer autocrítica, Así como un aficionado al fútbol devora prensa deportiva para contrastar sus opiniones con la de los expertos, a los miles de aficionados que llenan las salas de ópera o de conciertos les encantaría que algún medio de comunicación les ofreciera comentarios al día siguiente o, como era común, a los dos días: no dudo que los fidelizaría. Cuando un lector no encuentra lo que busca, deja de consumirlo. Y la ópera y la música clásica mueven cantidades apreciables de aficionados con un supuesto nivel cultural.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada