Mario Munich, editor
Fa dies que hi ha
enrenou a la xarxa per l’article que l’escriptora Núria Amat va escriure en el
diari El País dies enrere i que trobaran
reproduït més avall, carregant, d'una manera agre, contra la independència. També els adjunto dues repliques, una de la revista
digital El Núvol i l’altre del bloc PENSIÓN ULISES. Ambdues rèpliques de to diferent, per tal d'obrir el ventall d'apreciacions.
Tot plegat és una
mica llarg, però si tenen una mica de temps doncs estaria bé que s’ho llegissin
tot, però jo diria que és interessant el comentari del bloc PENSIÓN ULISES,
bloc gestionat a Barcelona i que els seus autors editen en castellà i justament
per aquesta raó el seu comentari queda exempt de sospita.
Dit això, i observant
la causa i l’efecte de tot plegat, voldria comentar un fet on l’escriptora
Núria Amat és màxima protagonista.
Primerament dir-los
que no l’he llegida, no per res en particular sinó que la manca de temps en fa
prioritzar les meves lectures i la Sra. Amat no passa mai, com tant d’altres
altrament, en primer terme i no ocultaré que en la meva llista la trobaria
força avall, també com tants d’altres.
Anem els fets, potser
alguns de vostès recordaran l’editor Mario Munich, va ser un dels primers
editors en crear una marca pròpia de qualitat, editant uns llibres que dins el
context editorial del moment eren força apreciats pel lect@s, i també va ser
uns dels primers en ser honest, en la seva feina, si més no, ho semblava.
Bé…. Mario Munich
va ser qui li havia editar més llibres a l’escriptora i, pel que recordo, tot d’una
sense que hi hagués res que ho justifiqués i sense que l’editor n’estigués
assabentat, a instancia de la representant de l’escriptora, Carme Balcells, va
canviat d’editor, això darrer és pot dir que és legítim, també que la Sra. Balcells va
fer la seva feina que es trobar un bon postor pels seus representats, però
també és cert que l’escriptor/a pot ser agraït/da i no voler canviar, o bé
fer-ho amb valentia i parlant-ne directament, però la cosa sembla que va ser
tant “xusquera” (i disculpin) que l’editor, que ni s’ho imaginava, ho va viure
com una traïdoria. En el seu moment, això va ser força comentat i tot i l’equanimitat
dels comentaris a les revistes literàries, sí recordo que d’una manera general
el to va ser que li havien clavat una punyalada a Mario Munich. Com han passat
força anys no puc recordar els ets i uts del cas, però sí el pòsit residual que
ha romàs a la meva memòria.
Desprès d’aquest
fet, ho admeto tinc prejudicis amb la
Sra. Amat i sé que això, com a lectora i servidora de vostès, no diu gaire el
meu favor. Però en això és pot veure que el perfil de Núria Amat ve de lluny.
.................
l'article de Núria Amat,
Querido Orwell
Maestro, le escribo esta carta abierta para decirle que su homenajeada Cataluña vive una situación que le escandalizaría. El nacionalismo separatista nos ha dividido en buenos y malos catalanes
Qué hace una escritora como yo en un país como este vendría a ser la
pregunta clave desde que el nacionalismo independentista del Gobierno
catalán ha izado sus banderas guerreras contra los catalanes que no
comulgamos con la ideología soberana imperante. Preferiría no tener que
hacerlo, querido Orwell, a fin de no malgastar mi energía poética, única
felicidad a la que aspiro, y dar por zanjada esta inexacta rareza por
siempre. Pero los tiempos del zafarrancho que vivimos en mi país
pequeño, donde políticos separatistas y sus cornetas seguidores censuran
y reprimen todo cuanto no vaya ungido de la estela patriótica, me
obligan a hablar, por ejemplo, sobre la naturalidad de ser una escritora
catalana que escribe en castellano, y a veces también en catalán,
porque catalán es el mundo en el que nacen mis libros y catalana la
historia de mi país múltiple, diverso, con dos lenguas benditas, catalán
y castellano, que me pertenecen por completo.
Desde que Cervantes llegó buscando la imprenta de sus sueños,
Barcelona ha sido centro neurálgico de alta literatura. Pero la Cataluña
receptora de lo mejor de las literaturas hispanas y de una procreación
de autores y editores catalanes en castellano subsiste hoy en una
especie de territorio comanche. Ahora, cuando los grandes escritores del
mundo han dejado de venir a visitarnos, es como si la fraternidad de
culturas y acentos hubiera desaparecido del todo y las voces que
admiraba el mundo por su riesgo literario e intelectual están siendo
encubiertas por un festival folclórico de libros improvisados.
Virus imparable el independentista porque, además, un Gobierno de
derecha anestesiada gobierna la actual España y con su falta de
sensibilidad se ha sumado a la intoxicación de la concordia de los
ciudadanos del país pequeño, creando los nacionalistas de aquí una
situación que haría escandalizar a usted mismo, querido Orwell, y a su
obra Homenaje a Cataluña, libro de cabecera de todo
catalán que se preciara. Ni usted, referente universal de la defensa de
las libertades, ni sus imprescindibles Notas sobre el nacionalismo,
convencerán a un nacionalista catalán que deje de serlo. Una moda
escapar de España; una tendencia festiva y obligatoria quedarse
encerrados en la pequeña finca particular, como quien se va de campin
una temporadita, cuando sabemos la gravedad de toda ideología populista
que lleva “al nacionalista no solo a desaprobar las barbaridades
cometidas en su propio lado sino que tiene una extraordinaria capacidad
para ni siquiera oír hablar de ellas”.
Por eso los nacionalistas separatistas han dejado de leerle a usted,
señor Orwell, a la vez que rechazan libros de valor intelectual o
estético alejados de la emoción patriótica y de opinión opuesta a sus
tejemanejes nacionales. Usted vuelve a dar en el clavo cuando dice:
“Todo nacionalista se obsesiona con alterar el pasado... Hechos
importantes son suprimidos, fechas alteradas, citas removidas de sus
contextos además de manipuladas para cambiar su significado”. Sin ir más
lejos, entre otros muchos falseamientos selectivos de la historia
llevados a cabo en su querida Cataluña, maestro Orwell, el más reciente y
al que han dedicado monumentos, congresos, libros y museos, ha
convertido la guerra de Sucesión dinástica de la Corona española de
1714, desatada entre Borbones y Austrias, en guerra civil de
victimización de catalanes, como si Cataluña hubiera perdido una guerra
cuando en realidad no hubo vencedores ni vencidos por razones de país,
sino por dar apoyo a uno de los dos reyes en palestra.
De todo cuanto le digo, querido Orwell, lo que me sacude el ánimo
hasta un extremo doloroso es la división entre buenos y malos catalanes
según sea nuestro grado de simpatía o antipatía por el independentismo,
de manera tal que una frontera divisoria nunca vista desde la dictadura
nos ha separado de amigos, familiares y conocidos, de ilusiones y de
proyectos comunes, de nuestro futuro inmediato, de nuestra literatura
célebre por su entidad y riqueza formal exclusiva, y hasta de nuestros
trabajos literarios y universitarios, de los que también nos han ido
apartando como esos insectos molestos y peligrosos a los que usted hace
referencia en sus notas antinacionalistas. Sin violencia física, como
les gusta justificar a viva voz; con intimidación solo psicológica, pero
violencia al fin, nos miden el grado de catalanidad con baremos tan
infantiles, por no llamarlos racistas, como el nivel de catalán de sus
ciudadanos, el partido al que pertenecen, la bandera que cuelgan en su
balcón, los libros que compran y su sentimiento de independencia.
También el nacionalismo de aquí ha tenido sus ladrones de guante
blanco. El colmo ha sido Jordi Pujol, presidente de la Generalitat
durante treinta años, cuya lucha patriótica y soberanista era solo
estrategia para beneficio económico del mismo Pujol y el de su familia,
llevándose el dinero a paraísos fiscales y preparando el país para que
su hijo pudiera heredarlo. El rebrote del virus separatista encontró
campo abonado cuando, después de una transición ejemplar, determinada
doctrina oficial del Gobierno pujolista y posmaragallista tergiversó los
acuerdos promulgados y aceptados después de treinta años de dictadura.
Ya en 1997 Mario Vargas Llosa acudió al Palau de la Virreina y tocó
donde más duele al catalanismo. Acusó a la ciudad de ser “más
provinciana y menos universal”, por efecto del nacionalismo que a
principios de los años setenta. Desde entonces, el escritor peruano
ganador de un Nobel no es bien recibido por las fuerzas políticas de
este país cuya lengua, el catalán, nunca ha sido mejor valorada como en
los libros sobre Tirant lo Blanc que el autor le ha dedicado.
Hasta que aparece en escena Artur Mas, presidente de la Generalitat,
con su órdago independentista embrollando a los catalanes, siempre bien
avenidos, ahora divididos en un país que muchos califican de enfermo. Si
se había definido que era catalán todo aquel que trabajaba y vivía en
Cataluña, el Gobierno de CiU añadió un concepto ideológico: “Y de
aquellos que tienen voluntad de serlo”. Esta añadidura significó el
comienzo de un proyecto nacionalista exclusivo ideado para dar patentes
de catalanidad a quienes trabajen para merecerlo. A partir de
entonces, los escritores catalanes que escribimos en castellano, junto
con los que, también haciéndolo en catalán, son críticos con el
nacionalismo, pasamos a convertirnos en anticatalanes. Enemigos del
pueblo. Usted sabe mejor que yo, señor Orwell, que el peligro de todo
nacionalismo es “el hábito de identificarse con una única nación o
entidad, situando a esta por encima del bien y del mal y negando que
exista cualquier otro deber que no sea favorecer sus intereses”.
Una parte significativa de la literatura de éxito de Cataluña se ha escrito siempre en castellano. Detalle, éxito literario,
que molesta al nacionalista que niega por activa y por pasiva otra
literatura que no favorezca sus intereses, o sea: escritura militante de
Estado propio. Por eso ni Carles Riba, ni Salvador Espriu, ni Josep
Pla, ni Josep Maria Castellet serían hoy independentistas. Los últimos
veinte años están repletos de batallitas represivas del nacionalismo con
sus ciudadanos escritores. Han ido cambiando de tono y estrategia.
Inverosímiles, muchas. Grotescas, otras. Cada vez más ocultas y
afiladas.
A los escritores contrarios al nacionalismo nos apartan de la prensa
escrita, de los medios públicos, de las universidades y de todo aquello
que pueda representar ventana de nuestra existencia. El poder político
catalán incide directamente en la distribución de puestos de trabajo y
financia con dinero público empresas culturales sectarias. Lo tienen
comprado todo: editoriales, universidades, periódicos... El afán
independentista por apropiarse del pastel en todas las casillas nos
tiene saturados. Políticos y tertulianos separatistas jalean de forma
mesiánica a los ciudadanos. ¿Qué más puedo decirle, señor Orwell, que
usted no sepa? Los residuos de regímenes dictatoriales dejan abono de
ideologías nacionalistas, las mismas que en su día desataron dos guerras
mundiales. Esperemos que jamás ocurra. ¿Y mientras tanto? ¡Cuánta
literatura perdida!
Nuria Amat es escritora.
....................
Editat al bloc PENSIÓN ULISES
miércoles, 3 de septiembre de 2014
ARTÍCULO POLÉMICO: NURIA AMAT, ESCRIBIR EN CATALUNYA, Y OTRAS COSAS
El diario "El
País" publica un artículo polémico, Querido Orwell, de la
escritora y amiga
Nuria Amat, en forma de carta abierta a Georges Orwell, que incide sobre
la división entre "catalanes buenos y malos" que se estaría llevando a
cabo en Catalunya, según la opción política que uno mantenga y exprese
en público y en privado. "Catalanes buenos", serían los catalanistas,
soberanistas, independentistas. "Malos", todos los demás, aquellos que
están contra la consulta y la posible independencia:
"De todo cuanto le digo, querido Orwell, lo que me sacude el ánimo hasta un extremo doloroso es la división entre buenos y malos catalanes según sea nuestro grado de simpatía o antipatía por el independentismo, de manera tal que una frontera divisoria nunca vista desde la dictadura nos ha separado de amigos, familiares y conocidos, de ilusiones y de proyectos comunes, de nuestro futuro inmediato, de nuestra literatura (...)".
"De todo cuanto le digo, querido Orwell, lo que me sacude el ánimo hasta un extremo doloroso es la división entre buenos y malos catalanes según sea nuestro grado de simpatía o antipatía por el independentismo, de manera tal que una frontera divisoria nunca vista desde la dictadura nos ha separado de amigos, familiares y conocidos, de ilusiones y de proyectos comunes, de nuestro futuro inmediato, de nuestra literatura (...)".
Por
otra parte, ella misma, Nuria Amat (escritora a quien admiro) ha sido
autora premiada y reconocida en Barcelona y tiene numerosos lectores,
como otros escritores
catalanes que escriben en castellano, que incluso reciben algunos
premios oficiales (pocos, es verdad, generalmente limitados al "Ciudad
de Barcelona") y están en las
listas de los libros más vendidos, como Eduardo Mendoza, Enrique
Vila-Matas y otros. Además, los que escribimos en castellano en
Catalunya, aunque de momento seamos bichos raros, tenemos la ventaja de
poder ser leídos por 300.000.000 de hispanos o más (es sólo una
posibilidad, ya lo sé, y de la que por supuesto estaríamos excluidos,
por falta de distribución y difusión, poetas y otros no-novelistas).
No
creo, por otro lado, que Editoriales como Planeta, Seix
Barral o Anagrama hayan bajado sus ventas a causa de la consulta y el
catalanismo. Además, a una escala mucho más humilde de ventas (a menudo
sin ventas) y sin
premios, algunos escritores (poetas y narradores) que escribimos en
castellano en Catalunya también podemos publicar en editoriales más
pequeñas como Acantilado (Quaderns Crema), Igitur, Emboscall, DVD
(cuando existía) y otras, sin prejuicios ni problemas de lengua. A modo
de ejemplo, hay un editor, catalán y
catalanista, que a los que escribimos en castellano nunca nos ha
sugerido que "deberíamos" cambiar de
lengua y escribir en catalán.
Por supuesto, no nos van a dar el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, pero eso ya lo tenemos asumido desde los orígenes, cuando comenzamos a escribir. Tampoco se lo dieron a Josep Pla, que escribía en catalán y en castellano (no obstante el valor subversivo de sus catalanadas, como criticarían algunos puritanos de la lengua, catalanadas que paradójicamente podrían crear una nueva variante del castellano, como en Latinoamérica, valga la ironía).
Por supuesto, no nos van a dar el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, pero eso ya lo tenemos asumido desde los orígenes, cuando comenzamos a escribir. Tampoco se lo dieron a Josep Pla, que escribía en catalán y en castellano (no obstante el valor subversivo de sus catalanadas, como criticarían algunos puritanos de la lengua, catalanadas que paradójicamente podrían crear una nueva variante del castellano, como en Latinoamérica, valga la ironía).
Quizá
algún día, cuando las cosas estén ya más claras, definidas y cada uno
(país) con su propia identidad política y sus propios problemas,
compartidos sin pretextos ni excusas, podamos aspirar a uno de esos
premios honoríficos, por ejemplo, un Premi d'Honor de les Lletres en Castellà corrupte de Barcelona (para escritores menores y exóticos, a los que me apunto), así como otros Premios de Honor más serios. Quién sabe,
dicen que el respeto y el reconocimiento mutuo pueden hacer milagros,
como ya advertía Hegel. Para finalizar, sólo añadir que, como dice bien
Nuria Amat y comparto plenamente, es una lástima que tengamos que
malgastar nuestra "energía poética" en esos debates políticos.
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Resposta a Núria Amat
/ 5.09.2014
Núria Amat publicava dimecres un article d’opinió al diari El País titulat Querido Orwell.
L’autora d’Amor i guerra, (premi Ramon Llull) es posiciona contra
l’independentisme. Josep M. Fulquet respon aquí a l’article de Núria
Amat.
He llegit, amb angúnia, el libel en què Nuria Amat, dirigint-se
figurativament al fantasma de George Orwell, aprofita per carregar amb
duresa contra una Catalunya fruit de la seva invenció, una Catalunya
dominada pel “nacionalismo independentista” que, a parer seu, ha hissat
les seves “banderas guerreras” contra els catalans que, com ella, no
combreguen “con la ideología soberana imperante”. Fa gràcia —si no fes
pena— veure com la senyora Amat, d’una manera absolutament matussera i
sense matisos de cap mena, dispara contra tot i tothom per justificar,
en el fons, la seva mediocritat com a novel·lista, una bona prova de la
qual és el seu libel mateix, redactat amb una prosa i una puntuació que
farien enrojolar un estudiantet de Secundària. El fet no tindria més
importància si no fos el victimisme de què fa gala quan atribueix al
complot nacionalista el fet d’haver de parlar (potser vol dir “de
justificar”?) de la naturalitat de ser una escriptora catalana que
escriu en castellà —“y a veces también en catalán”— perquè, diu,
“catalán es el mundo en el que nacen mis libros y catalana la historia
de mi país [...] con dos lenguas benditas, catalán y castellano, que me
pertenecen por completo”. Molt bé. No seré jo qui li esmeni la plana, a
la senyora Amat, i lamento molt l’esquizofrènia que li deu representar
haver de triar entre aquestes dues llengües —això sí, “benditas”—,
sobretot a l’hora de presentar-se a premis com el Ramon Llull, que va
guanyar en l’edició de 2011 amb un títol, Amor i guerra, un
títol que semblava anunciar l’escissió moral que li deu representar
viure en aquest país petit entestat a decidir el seu futur polític. Es
pot ser, com la senyora Amat, furibundament antinacionalista catalana, i
firmar el libel del Foro Babel o dir que la immersió lingüística és
cosa de nazis; però això és una cosa, i l’altra, molt diferent, “la
pela”. I quan hi ha uns dinerets a guanyar, encara que vinguin d’una
institució tan separatista com és l’IRL, aquí no hi ha objeccions que
valguin. I suposo que la senyora Amat es devia fer traduir el llibre al
català (a un català macarrònic, sigui dit de passada) i el va presentar
al XXXI premi Ramon Llull. I, coses del país —d’aquest “territorio
comanche”, com el qualifica la senyora Amat—, la novel·leta va guanyar.
Jo no sé si Cervantes va arribar a Barcelona “buscando la imprenta de
sus sueños”, com afirma la senyora Amat, però sí sé que aquesta
“procreación (¿) de autores y editores catalanes en castellano” viu i
exerceix amb normalitat la seva feina, i no acabo d’entendre a què es
refereix quan diu que les veus (castellanes, per descomptat) que ella
admirava pel seu risc literari i intel·lectual “están siendo encubiertas
(¿)” per un “festival folclórico de libros improvisados (¿)”. Veus
“encubiertas”? Llibres “improvisados”? No crec dir cap disbarat si
afirmo que l’edició de llibres en castellà té bona salut, ni tampoc que,
avui dia, agafar el tren de Sarrià fins a la plaça Catalunya és una
demostració palpable i viva de quina és la llengua, de les dues que la
senyora Amat afirma que “le pertenecen por completo”, que té més
dificultats de supervivència.
Ja diuen que la ignorància és atrevida, perquè, a més, la senyora
Amat es permet donar-nos lliçons d’història quan diu, parlant de la
guerra de Successió, afirma sense enrojolar-se gens ni mica que el
nacionalisme separatista ha convertit aquest conflicte dinàstic entre
Àustries i Borbons “en guerra civil de victimización de catalanes, como
si Cataluña hubiera perdido una guerra…” Miri, senyora Amat, per
consideració a la seva persona no li dic el que el cos em demana dir-li,
però sí que li demanaria que, en lloc de dir aquestes animalades,
estudiï una mica. Així potser s’adonarà —potser, només potser— que, amb
el decret de Nova Planta que va seguir la derrota militar, Catalunya va
perdre molt més que una guerra. Perquè només des de l’autoodi i el
ressentiment es poden dir barbaritats com les que destil·la el seu
article. Miri, si el giréssim al revés, el seu article s’entendria
millor, perquè, de moment, és el nacionalisme espanyol el que ha
promulgat, entre altres coses, la llei Wert, que ens vol exterminar
lingüísticament a tots. I ja que parla de Vargas Llosa, aquest apòstol
del neoliberalisme que sembla haver oblidat els seus orígens i ara parla
per boca de l’amo espanyol, sàpiga que Catalunya no necessita les seves
soflames per deixar de ser un país “provincià”. El senyor George
Orwell, a qui vostè es dirigeix, en va donar una imatge molt més
ajustada a realitat quan disparava des de la cúpula del Poliorama durant
els Fets de Maig del 37.
Vostè afirma, entre altres coses, que als escriptors contraris a
l’independentisme se’ls aparta dels mitjans i de les universitats. No,
senyora Amat, només s’aparta dels mitjans i de les universitats als
impostors i/o als escriptors mediocres com vostè. Jo he passat uns
quants anys de la meva vida professional a la universitat i li puc
assegurar que mai no s’hi va barrar el pas a ningú per raons de llengua
ni de confessió política. Ho deu haver somiat, això, vostè. I si
considera que la transició política va ser “ejemplar” és que té un
problema: el que deriva d’haver interioritzat el neofranquisme que la va
fer possible, i que li fa dir el que li fa dir. Aquest país potser està
malalt, sí, però no de la malaltia que vostè diagnostica. Està malalt
de persones ressentides com vostè, que disfressen de persecució el que
només és mediocritat, o de complot anticastellà el que només és enveja,
fracàs i ineptitud. De persones que, com vostè, són filles dels qui van
pactar amb el franquisme i ara es troben que no són ni d’un lloc ni de
l’altre. Els escriptors, els bons escriptors, d’expressió castellana no
han estat, no ho seran mai, considerats “enemics del poble”. ¿Ho han
estat, i cito de memòria, els germans Goytisolo, Juan Marsé, Jaime Gil
de Biedma o Ana María Matute? Per no parlar de Martí de Riquer o els
Blecua, pare i fills? Em sembla molt agosarat, per no dir abjecte,
afirmar que “ni Carles Riba, ni Salvador Espriu, ni Josep Pla ni Josep
Maria Castellet serían hoy independentistas”. Vostè què sap? Ha llegit
mai Riba, posem per cas? I si no ho fossin, què canviaria? Riba seguiria
sent un altíssim poeta, i Pla, el millor prosista que, després de
Muntaner, ha tingut mai la literatura catalana. Cosa que no es podrà dir
de vostè, per cert, quan, amb el temps i un bon bri de sort, potser
trobarem alguna de les seves novel·letes en una parada del mercat de
Sant Antoni. No s’equivoqui, senyora Amat. En aquests moments, el poder
polític català té altres maldecaps que finançar amb diner públic
empreses culturals sectàries. Ja li ho pot dir, al seu amic Orwell. Que,
si pogués aixecar el cap, no dubti que no trigaria ni un segon a
dir-li, en bon anglès: “Don’t talk nonsense”. Per entendre’ns, “no digui
bestieses”.
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